PEDRO Y EL HUERTO
Una vez llegó la invalidez, comenzó una nueva etapa, en la que descubrí una nueva validez, la huerta y el cuidado de ella.
Llegó el día en el que me instalé aquí y la residencia me otorgó poder disponer de una y continuar con mi afición.
Tener la huerta me sirve de distracción, contemplo como crece y lo bonita que se vuelve a medida que pasan los días. Además, me gusta compartir la cosecha, disfruto cuando puedo repartir.
Este año como novedad hay la plantación de las lentejas, que visto la ilusión que provocó en el centro, enseñé el proceso de su germinación en una piña del bosque, e incluso lo expusimos en el árbol de las navidades pasadas.
El huerto me brinda buenos recuerdos, y sobretodo me sigue uniendo a mi mujer, la que siempre estaba ayudándome, incluso en el momento que a mí me hospitalizaron ella seguía conservando la huerta, la recuerdo como una mujer muy valiente, era mi tesoro.
Me encantaba hacerme el despistado cultivando y verla venir hacia donde yo estaba. Siempre estábamos juntos cuidando de nuestra huerta.
De alguna forma en mis cosechas, ella sigue ahí a mi lado.