La muerte no es una democracia que iguala a todas las personas. La muerte es, muy al contrario, la peor de las desigualdades. Y el nuevo Atlas Nacional de Mortalidad en España, que explora casi 10 millones de fallecimientos entre 1989 y 2014, revela “diferencias geográficas muy importantes”.
El mapa representa el riesgo de muerte en cada municipio por 74 causas. Las cifras son una estimación a partir de las muertes registradas en cada localidad y sus alrededores, ajustando el cálculo como si todas las poblaciones tuvieran ciudadanos de edades similares. La información que se muestra indica riesgos relativos, no absolutos. El riesgo de fallecer por una enfermedad inusual puede ser cuatro veces mayor en un pueblo que en otro y seguir siendo un riesgo bajo.
Un ejemplo de estas disparidades es la diabetes, una enfermedad asociada a la comida basura cuyo riesgo va ascendiendo escandalosamente desde el norte hacia el sur. Las provincias con más riesgo son Tenerife, Sevilla, Cádiz y el resto de andaluzas. Canarias es la comunidad con más población obesa. Vemos una mortalidad en el sur superior a la que se observa en el norte de España. Esto refleja, en parte, la desigualdad socioeconómica.
Con el atlas también podemos visualizar fenómenos de tipo más laboral, como el exceso de mortalidad por ciertas enfermedades respiratorias en las zonas aledañas a las regiones mineras de España. En la cuenca minera asturiana se encuentran varios municipios donde existe un alto riesgo de muerte en los hombres por enfermedades de las vías respiratorias y por cáncer de esófago y de laringe, además de por cirrosis o suicidio. En municipios de Jaén y de El Bierzo (León), históricamente mineros, destacan algunas de las mismas causas.
Nueve de los diez pueblos con mayor riesgo de muerte por tumores malignos de la tráquea, de los bronquios y del pulmón están en Badajoz o en Cáceres. Extremadura es, precisamente, la comunidad con mayor porcentaje de fumadores: el 25,6% de la población, según la Asociación Española Contra el Cáncer.
Lo que vemos en el atlas de mortalidad es el reflejo de las políticas de las últimas décadas, el nuevo atlas debería estimular la acción política, al poner los datos sobre la mesa de una forma tan visible.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/02/05/ciencia/1580906716_232241.html