Hoy en nuestro blog vamos a hablar de:
GONARTROSIS O ARTROSIS DE RODILLA (seguro que con este nombre te suena más).
¿Pero qué es realmente esta alteración tan fastidiosa? La rodilla se conforma de la unión de dos huesos (fémur y tibia) Estos huesos en sus extremos se recubren de un cartílago cuya función principal es evitar el contacto directo de los dos huesos. Es una especie de almohadilla natural para evitar fricciones. Con los años, la predisposición postural y el estilo de vida puede provocar que el cartílago se desgaste debido a la presión continua y mantenida de estos dos huesos.
Aproximadamente un 10% de la población española lo padece, siendo una alteración que no solo afecta a personas mayores sino que es posible que ocurra en jóvenes también, aunque estos casos suelen estar más asociados a traumatismos por accidentes, postquirúrgicos o como afectación secundaria a una enfermedad reumática.
Los síntomas más comunes a parte del dolor habitual, son los crujidos frecuentes, derrame del líquido articular y pérdida de la fuerza y consecuente estabilidad de la rodilla que se aprecia sobre todo a la hora de levantarse de una silla, realizar la marcha o algún tipo de ejercicio que involucre notablemente a esta articulación.
¿Qué hacer entonces si presento este tipo de alteración? A pesar de que la idea generalizada sea evitar deportes de contacto, carrera, salto, giros, etc. Es un error gravísimo creer que esto sea cierto, ya que realizar estas actividades de manera controlada y de forma progresiva puede mejorar la calidad de vida y autoestima de la persona que lo padece. Entrenamientos en piscina, ciclismo, ejercicios de mantenimiento de la estabilidad y el equilibrio de la rodilla, así como el fortalecimiento de la musculatura (cuádriceps, isquiotibiales, tríceps sural, tensor de la fascia lata, cintilla iliotibial y los propios de la cadera), prestando especial atención a la rótula y a las deformidades de la rodilla.
Todos estos ejercicios y actividades mejoran la sintomatología y retrasa notablemente el aumento del desgaste articular mejorando la funcionalidad de la rodilla afectada.
Por otro lado la fisioterapia aborda también una vía analgésica para disminuir el dolor que presenta este tipo de personas mediante:
– El empleo del calor (termoterapia) y frío (crioterapia) para obtener beneficios en el organismo. Al disminuir el dolor también disminuyen la inflamación (edema) y los espasmos musculares. La crioterapia se aplicará sólo en los casos en los que se generen respuesta inflamatoria.
– Electroterapia: las diferentes corrientes eléctricas y técnicas de electroterapia se pueden utilizar con fin analgésico, destacando el TENS, las corrientes galvánicas y diadinámicas.
– Terapia manual: masajes, técnicas de rearmonización articular, movilización neuromeníngea o facilitación neuromuscular, etc.
– Adiestramiento en el uso de ayudas técnicas: sólo se realizarán en aquellos usuarios que dispongan ya de ayudas ortopédicas y/o en los que sea conveniente un adiestramiento previo a ellas por alguna limitación funcional. La enseñanza incluirá consejos sobre el uso de: bastones, andadores, rodilleras y órtesis, medias elásticas, y vendajes funcionales. También, se puede informar sobre las ayudas técnicas que mejor se pueden adaptar a la persona.
Espero que hayáis aprendido un poco más acerca del cuerpo humano y sus curiosas patología, sin más me despido prometiendo nuevos artículos que os sean de vuestro interés.
Un abrazo virtual, nos vemos pronto.
Daniel Pacheco Arenas (Fisioterapeuta de Domus Vi Alcalá de Guadaira).