El cuidado paliativo en la práctica clínica constituye un momento de especial relevancia en la atención a la persona y en DomusVi Can Buxeres lo tenemos en cuenta. Este momento requiere de un enfoque aún más integral, si cabe, y se sustenta bajo dos premisas que soportan el peso específico de estos cuidados: preservar la dignidad de la persona a la cual se le acompaña en el último tramo de su vida y en su bienestar, expresado como confort por parte de los profesionales.
Este bienestar, que ha estado orientado hacia salud a lo largo de la vida, se torna bienestar dirigido a hacer más llevadero y menos traumático este proceso final de la vida de la persona. Ello implica evitar el sobreesfuerzo terapéutico, es decir, desestimar el hacer pasar a la persona por pruebas innecesarias por cuanto la imposibilidad de que eviten este desenlace. Su confort pasa por la suspensión de tratamientos farmacológicos cuyo efecto es preservar la salud, pero que no se postulan, en estos momentos, como favorables a su bienestar. La atención se centra en aliviar el dolor y la angustia y fomentar el confort, principalmente, y se enfoca a tres niveles:
- A nivel farmacológico con tratamiento paliativo;
- A nivel asistencial, evitando úlceras por presión, manteniendo la higiene e imagen corporal, conservando un ambiente tranquilo con una luz adecuada;
- A nivel afectivo fomentando la presencia de personas de su entorno más cercano que la puedan acompañar y empatizando con los familiares.
Contrariamente, a lo que pueda parecer, la suspensión de la ingesta oral y alimentaria forma parte de estos cuidados paliativos debido a que la persona reduce su estado de alerta al estar bajo los efectos mórficos.
Los profesionales sanitarios vivimos con solemnidad estos momentos en los que la persona, a pesar de no poder en la mayoría de ocasiones comunicarse verbalmente, expresan con holgura todo lo que necesitamos saber. No se despide un usuario, sino una persona que ha vivido una vida que mereció la pena ser vivida. La entereza con la que afrontan este último tramo es una lección que merece la pena ser aprendida.