Las praxias son el conjunto de capacidades cognitivas que dependen de un proceso neurológico llamado praxis, por el cual se dirigen las acciones motoras. Se trata de la capacidad o habilidad que tenemos para la generación y ejecución precisa de los movimientos voluntarios a la hora de realizar una acción o, para conseguir el alcance de un determinado objeto.
Son muchas las acciones motoras cotidianas necesarias para una buena ejecución de las praxias, por ejemplo, para lavarse los dientes, atarse los zapatos, decir hola con las manos, escribir, dibujar…
Hoy en día, se considera que este proceso está constituido por dos componentes: un componente cognitivo, que se encarga de la planificación o de la intención de actuar y, un componente motor, relacionado con la precisión del movimiento y la fuerza. Ambos componentes son indispensables para un buen funcionamiento de las praxias.
Existen varios tipos de praxias:
- Ideatorias: nos permiten ser capaces de manipular de forma adecuada utensilios o herramientas a partir de acciones motoras bien coordinadas. Algunas acciones que requieren de estas praxias son: lavarse los dientes, peinarse, cortar la comida…
- Visocontructivas: con ellas podemos planificar y ejecutar los movimientos necesarios para organizar ciertos elementos con una finalidad específica, como puede ser: realizar un puzzle, hacer un dibujo o hacer un rompecabezas.
- Ideomotoras: son las que nos posibilitan realizar un movimiento organizado, simétrico y sin cometer errores. Se trata de movimientos simples con una intención concreta, como puede ser: saludar con la mano, pedir silencio o decir que no con el dedo.
- Orofaciales: en este tipo de praxias se busca realizar movimientos intencionales o gestos con las diferentes partes de la cara, por ejemplo, soplar, fruncir el ceño, dar un beso…
Existen múltiples actividades para estimular las praxias. En esta ocasión, lo hemos hecho a través de objetos de la vida cotidiana.