Estos psicorrobots pueden mover los ojos y otras partes del cuerpo, como los brazos, y están equipados con sensores que les permiten reaccionar al contacto y la voz humana.
Cumplen una función similar a la de los animales terapéuticos y se usan de forma complementaria: ayudan a los pacientes a relajarse, a recobrar la confianza y a hacer los ejercicios en las sesiones de terapia cognitiva y fisioterapia. De ahí que estos humanoides se estén usando cada vez más en casos de depresión, déficit de atención, demencia, ansiedad o estrés.