Hoy desde el Departamento de Enfermería, queríamos hablar de un tema muy importante… las heridas.
Los trastornos de la piel en las personas mayores son frecuentes, al igual que en el pelo y uñas. Pero son previsibles y tratables de manera ambulatoria en su gran mayoría; en cambio, otros de gran prevalencia, como las úlceras por presión, suelen requerir ingresos prolongados en el hospital u otras unidades de procesos agudos, causando un gran sufrimiento en la persona afectada con un aumento de la mortalidad del 27%.
El envejecimiento de la piel se asocia a los cambios inmunitarios secundarios a la edad, a la par que aumenta el riesgo de infección de las lesiones. En la epidermis, con la edad se reduce el recambio celular de los queratinocitos, motivo por el cual la cicatrización de las heridas es más lenta, así como la producción de la vitamina D.
En la membrana basal se produce una reducción de la superficie, lo que provoca una disminución de la adhesión de la epidermis-dermis y un posible aumento de la aparición de ampollas.
El descenso de grosos de la dermis en casi un 20% como consecuencia de la edad es la causa de que las personas mayores tengan una piel tan fina y traslúcida; en la dermis, las libras de elastina aumentan de grosor y se fragmentan y, en cambio, disminuye el colágeno y los fibroblastos facilitando las heridas tipo laceración.
Hay que añadir que la disminución de la basculación sanguínea y edemas dificultan la cicatrización de las heridas.
En DomusVi Magán estamos concienciados con la prevención y tratamiento precoz de las heridas teniendo en cuenta el origen de las mismas y los factores que las rodean, disminuyendo notablemente el tiempo de cicatrización y la prevalencia de lesiones en el Centro.