Blog Residencia Arturo Soria – Madrid

Aún soy joven pero no se por qué hoy me ha dado por pensar en mi muerte. Miro mi, quiero pensar corta vida todavía, y sólo vienen a mi mente momentos aislados donde quizás (también quiero pensar eso) he vivido como yo he querido. También me vienen a la mente esas personas a las que quiero y he querido (algunas ya no están por diferentes circunstancias) y pienso en el cuidado mutuo que nos ofrecemos. Yo les necesito para vivir (eso de la independencia no se quien se lo inventaría, pero se que es un invento por que no hay nadie en el mundo que no necesite del otro) e inmediatamente pienso que les necesitaré también para morir. Para morir bien. Para morir como yo quiero. Y pienso: como quiero morir? Cuestión difícil. Y también pienso: habrá mucha gente que piense cómo quiere morir?. Si no lo hacemos, sigo pensando, deberíamos ya que si nos pasamos una vida entera intentando vivirla a nuestra manera, debemos morir intentando lo mismo.
Yo tengo claro que sobre todo en el caso de que enferme gravemente y sin cura, no quiero sufrir; el dolor me asusta y hace que mi humor sea endemoniado. No sería justo pasar mi última etapa malhumorado, ni para mi ni para los míos. Quiero cuidados, los justos, sólo esos; quiero seguir siendo yo con mis cosas. Quiero que me sigan amando, como siempre; no quiero condescendencia de enfermo pero si quiero que me acompañen en mis temores; en silencio o hablando, como yo necesite y también como necesiten los míos. Quiero encontrarme con profesionales que no me quieran salvar en ese momento, quiero que me cuiden y me sonrían cada vez que me ven; con la sonrisa de quien se siente bien cuidando a otro. Y quiero llegar a mi final como he vivido y sobre todo, con quienes he compartido vida. No pido cosas muy difíciles, no?

Con este pequeño relato, desde DomusVi Arandia hoy, en el Día Mundial de los Cuidados Paliativos, queremos reivindicarlos para  que cada uno de nosotrxs podamos tener el mejor final en el largometraje de nuestra vida.