El pasado viernes algunos integrantes de DomusVi Arandia pudimos disfrutar de una nueva sesión semanal de formación a cargo de la Diputación Foral de Bizkaia donde Teresa Martinez (Psicóloga y una de las grandes promotoras de este cambio cultural sobre los cuidados en toda España) nos habló de una de las metodologías claves que debemos integrar y adaptar a nuestro centro, para poder cambiar el sistema de cuidados de manera trascendental: el plan de Atención y Vida.
Ahora, desde hace años, contamos con los Planes de Atención Individual que, como todos sabéis, realizamos en las primeras semanas posteriores al ingreso y revisamos, si no ha habido cambios importantes, un año después. La introducción de estos PAIS hace años supuso una revolución a mejor, por que nos ayudaba a sistematizar de manera objetiva las actuaciones que debemos llevar a cabo con nuestros residentes y nos obligaba a ponerlo en común con el resto del equipo técnico ofreciendo actuaciones con una mayor coherencia y congruencia. Pero esta herramienta, hoy en día, se queda muy corta para el cambio radical y sin vuelta atrás que va a ir suponiendo el nuevo modelo.
Estos PAIs los venimos realizando mediante escalas estandarizas que además, por tener que adecuarnos a normativas forales y de empresa debea ir modificándose también, las debemos realizar durante los primeros días del ingreso, sin dar tiempo a que la persona se adapte a la nueva situación, basando fundamentalmente nuestras conclusiones y propuestas de intervención en los resultados ofrecidos. Además, estos PAIS los elaboramos el conjunto del equipo técnico siendo los únicos que participamos de las decisiones con cada persona y sólo han estado basados hasta ahora básicamente en la rehabilitación de déficits, dejando fuera sin tener en cuenta todas las potencialidades de cada persona. Nuestro modelo de cuidados tanto en residencias como en el sistema sanitario ha estado marcado por esto mismo; la actuación de deficiencias y dependencias, sin atender a la identidad de la persona, a sus valores, deseos, proyectos y hasta ahora, todos los protocolos que debíamos cumplir caminaban hacia la rehabilitación y cuidado más asistencial y no en la realización como personas con un proyecto de vida diferenciado.
La sociedad está cambiando y las instituciones tanto sanitarias (el cambio de modelo también se está produciendo poco a poco en hospitales y ambulatorios gracias, entre otras cuestiones, a la Ley de Autonomía del paciente) como sociosanitarias (a las que pertenecemos las residencias) se están poniendo las pilas para adaptar los protocolos hacia un cuidado integral y centrado en la persona y desde la diputación nos proponen que poco a poco, vayamos cambiando esos PAIS por Planes de Atención y Vida, mucho más completos y basados en una idea radicalmente opuesta: el objetivo ya no es rehabilitar en el déficit (que también hay que hacerlo por supuesto) sino nuestra prioridad absoluta debe ser: apoyar y acompañar vidas que les merezcan ser vividas.
Esta preciosa frase (pero muy grande en lo que implica) ya os la estamos repitiendo en estos post informativos muchas veces pero es la clave del cambio de modelo, lo que debemos tener todos claro. Estos planes de atención y vida están pensados no para que los hagamos los técnicos sino que en ellos, en primer lugar esté involucrada la persona (y si no es posible su familia, como representantes de su identidad) y juntos (todos los profesionales del centro pero sobre todo la persona de referencia que tenga asignada y la familia también) analicemos, valoremos (con alguna escala estandarizada si, pero sobre todo con la escucha y la observación del protagonista), evaluemos y propongamos un plan totalmente centrado en lo que la persona necesita y desea. Esto implica conocer de primera mano por ejemplo que pequeñas cosas del día a día, que para la persona siempre han sido importantes, debemos tratar de mantener para lograr una buena calidad de vida y mantenimiento de su identidad personal y también, llega tan lejos este nuevo plan que no sólo contempla sino que obliga a conocer y tratar de que muchos «sueños» de nuestros residentes puedan cumplirse, adaptando a las circunstancias y a los recursos disponibles.
Hablando de todo esto en la formación, surgió también la necesidad de empoderar a nuestros residentes en la consecución de este proyecto de vida y meditamos sobre la idea muy afianzada en ellos hoy de que cuando uno entra por la puerta de una residencia, su vida cambia radicalmente sin poder llevar a cabo pequeñas rutinas importantes para ellos donde los sueños ya no tienen cabida por tener que «aguantar» y «adaptarse» al nuevo futuro. Esta concepción de sí mismos debemos ir trabajandola en actividades y con pequeños cambios que vamos introduciendo en el centro (a la espera de poder ir empezando con cambios más grandes y estructurales) para que las personas que vivan en nuestros centros, se adueñen de sus propias vidas teniendo objetivos por los que luchar y sobre todo, ilusionarse.
Quizás todo esto os suene teórico e incluso, utópico pero en estas formaciones nos están ofreciendo muchísimas herramientas concretas para poder poco a poco, juntos y entre todos (profesionales, residentes y familias debemos caminar juntos en la misma idea) ir modificando nuestras maneras de cuidar para ofrecer el espacio y acompañamiento necesario para que cada uno «pueda seguir siendo él mismo».