LA MUJER DE MI VIDA
Sentados en círculo, manteniendo la distancia de rigor, con mascarilla y previo lavado de manos, como marca el protocolo, hemos planteado la siguiente cuestión a un grupo de residentes de DomusVi Decanos Ávila:
¿Quién ha sido la mujer de tu vida?
Y ellos y ellas que en su mayoría superan los 80 años y en muchos casos los 90, han recordado y homenajeado, al hacerlo, a las mujeres más importantes de sus vidas.
Han evocado recuerdos de su infancia, durante la guerra, con los padres en el frente y las madres al mando de la casa, en algunos casos hasta con nueve hijos, al cuidado de todo. En el campo, haciendo las labores que tuvieron que abandonar sus maridos llamados a filas; en la casa, manteniendo a los hijos apenas con nada. Fueron años de pobreza, de frío, de escasez, en los que las mujeres, duras y fuertes, lucharon y trabajaron sin resuello y sin sueldo.
Ellos homenajean a sus mujeres, con las que han pasado más de 50 años, compañeras de vida, de trabajo, de malos y buenos momentos, apoyos en la salud y en la enfermedad, cuidadoras de sus hijos, aunque sea enfermos, MADRES, en mayúsculas. Las admiran por haber cuidados a sus hijos y a sus mayores, por haber permanecido a su lado y compartido la vida.
Recuerdan a las abuelas, cariñosas, acogedoras, dispuestas a ayudar, a enseñar las oraciones y algunas empeñadas en que sus hijos y nietos leyeran, en que aprendieran y estudiaran; no olvidan a las hermanas que sacaron adelante a los pequeños cuando se quedaron sin padres y siguen cuidando de ellos.
Madres, esposas, abuelas, hermanas, madrinas, tías, amigas, vecinas, mujeres inspiradoras por su sencillez, por el sacrificio y la capacidad de entrega, por cuidar, escuchar, reprender y defender a los suyos como el bien más preciado.
Ellas a pesar de los años pasados son capaces, con solo su recuerdo, de emocionar y resquebrajar la voz de todos los que compartimos este momento.
