La atención a la salud mental sufre unas carencias importantes de recursos desde hace años, pero la pandemia las ha hecho más evidentes. La sensación de indefensión ha crecido y, con ella, llegan nuevas incertidumbres que parecen incontrolables y que amenazan el futuro económico de más personas.
Ante este panorama sería irresponsable mirar al problema de perfil o con frivolidad electoralista, con medidas de cara a la galería o con proclamas sensibleras. El reto del 2022 implica mirar a la salud mental de la gente de manera directa y comprometida. Necesitaremos afrontar todos, y en serio, el auténtico reto frente a la salud mental: aceptar y normalizar las patologías que la engloban. Lo que se traducirá algún día en el fin de la discriminación social y en el aporte de los recursos que su tratamiento necesita.
La primera transformación ha de ser social y la transformación política debe ser sincera y hay pocas dudas de cómo debe ser: se deben asignar considerablemente más recursos a la atención sanitaria y social de la salud mental. Finalmente, la acción sanitaria tiene que ser decidida, valiente y científica. Las actuaciones de los sanitarios deben ser sustentadas por la comunidad científica, y son las que deben guiar el tratamiento.
Si queréis saber más sobre el tema aquí os dejamos el enlace dónde podéis encontrar el artículo entero: https://www.alimente.elconfidencial.com/bienestar/2022-01-01/la-salud-mental-que-primara-en-2022_3350112/