En este país, durante años, solo hubo una partida , la de las cartas.
Nos ayuda a jugar en grupo, cooperar, practicar las matemáticas y mejorar las habilidades sociales.
A parte de ser divertidísimas, en cada una , se trabaja la concentración, atención y el pensamiento lógico, estimulando también su rapidez mental y memoria.
Además, la comunicación distendida y la rivalidad sana y positiva, fortalecen los lazos familiares y amistosos.
Por último, no hay que olvidar que gracias a barajar y repartir cartas, también se practican y desarrollan habilidades motoras, en concreto habilidades manuales y coordinación ojo-mano.
Por eso nuestros residentes pasan las tardes frías de invierno jugando al tute, a la brisca, al mentiroso, a las siete media y hasta al cinquillo.