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4 Mar 2022 | Noticias

Los Carnavales de nuestra vida

La palabra Carnaval fue un término creado por la Iglesia Católica en la Edad Media que significaba el abandono de la carne con la entrada en la cuaresma y aunque a algunos les cueste creerlo se celebraba en cada pueblo y ciudad desde tiempos remotos.

Nuestros residentes recuerdan los carnavales de su infancia y juventud, era tradición llevar máscaras, disfrazarse con ropajes viejos, sayas y manteos, los hombres de mujer y las mujeres de hombres, con grandes sombreros y la cara tapada.

En algunos pueblos se usaban los trajes regionales como el de charra, en Salamanca, o los de serrana, en Ávila, se vestían de gitana o de abuelo. En aquella época no había dinero para disfraces nuevos pero había buen humor, ganas de diversión y baúles en los que rebuscar.

Salían a la calle animados por el almirez, tapaderas y botellas, hasta los ladrillos servían para hacer ruido, algunos hasta con charangas organizadas y con tambor. Pedían dulces por las casas y bebían vino , anís y limonada. En algunos pueblos los mozos se acercaban hasta el río y tiraban la ropa lavada a las mozas para hacerlas rabiar.

Al sur de Ávila se ponían cencerros a los burros o caballerías y los muchachos corrían tras ellos, se vestía un carnero con ropas y disfrutaban de las carreras por todo el pueblo.

En otros se disfrazaban de jurramacho, un disfraz parecido a un espantapájaros con la cara cubierta por un saco.

El baile, la algarabía y la diversión acompañaban a estos días.

“Carnavales, carnavales

cuánto tardáis en venir

para ver a los borrachos

de la taberna salir.”

Los dulces típicos eran los huesillos, las hojuelas bañadas en azúcar o miel y las flores de carnaval. Uno de nuestros residentes, José Antonio, hizo un año 6000 flores para el ayuntamiento de Ávila, las regalaban en el parque de San Antonio con un café.

Comparte con nosotros la receta: 12 huevos batidos con 1 l de leche o agua y 850 gr. de harina, aceite bien caliente y el molde para hacerlas, se puede poner azúcar al gusto. Eso sí, él tuvo que multiplicar la receta.

Hubo una época, posterior a la postguerra en que los carnavales se prohibieron porque las máscaras traían “malos quereres” y no se consideraba prudente ir disfrazado por las calles.

Cuando todo se reanudó y los carnavales cobraron auge, de nuevo, nuestros residentes tenían más años y responsabilidades.

En DomusVi Decanos Ávila añoramos los carnavales realizados antes de la pandemia, con la participación del Centro Integrado de Formación Profesional y la participación de familiares, trabajadores y amigos. Cada año la residencia se transformaba y nos transportábamos a Egipto, a China, al Oeste Americano, al mundo del circo, los piratas y los cuentos. Echamos de menos esos viajes imaginarios y esperamos con ilusión que el Covid termine y podamos volver a celebrarlos con la misma intensidad.

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