Esta mañana, en , hemos trasladado el órgano a la segunda planta para que nuestrxs residentes experimentasen. Al comienzo, tenían un poco de miedo por no saber pero ha sido muy bonito, ver cómo le perdían el respeto y comprobaban que, a pesar de no conocer el instrumento ni las partituras, eran capaces de tocar pequeñas melodías que en la mayoría de los casos no sonaban nada mal y estaban bastante armoniosas.
Cuando llevaban un rato experimentando, se veía mucha más fluidez y coordinación en sus manos y sobre todo, las grandes sonrisas de satisfacción. El resto de residentes además, cuando cambiábamos de compositor, le brindaban de manera espontánea un bonito y caluroso aplauso.