Tal día como hoy, hace 14 años, entré por la puerta de la residencia. Un centro nuevo, con personas nuevas y pensaba yo por aquel entonces, qué historias conocería. Yo era mucho más jóven, llena de ilusión y con muchas ganas de cuidar a los demás. Así comenzó mi historia en Arandia. Al principio fue una locura, nos llegaban hasta cinco ingresos cada día, así hasta que la resi estuvo llena. Reconozco que hubo momentos en los que esa ilusión por construir un lugar nuevo donde pudiese cuidar bien a las personas con las que tenía el privilegio de conocer se perdió un poco ya que sentía que con esa velocidad (impuesta por la necesidad social del momento) no lograba mi objetivo: conocer aquellas personas que caían en mis manos. Apenas había tiempo. Me sostuvo la idea de que los comienzos son duros y una vez llena, podríamos dedicarnos ese tiempo mutuo de escucha tan necesario.
Y afortunadamente eso llegó, los ingresos se estabilizaron y podíamos hacer las cosas mucho más despacio, sobre todo esa acogida tan importante el primer día tanto para mis residentes como para sus familias. Poco a poco fuimos construyendo este lugar, a nuestra manera, adoptando decisiones distintas en cada momento.
14 años después siento que somos muy diferentes a cómo empezamos; yo también soy distinta. Seguramente sea muy soberbio decir que hacemos las cosas mejor pero si puedo afirmar que la mirada con la que hacemos las cosas es mejor aunque nos sigamos equivocando muchas veces, una mirada que intenta ser mucho más justa y equitativa para nuestros clientes, que son nuestros residentes. Uso la palabra cliente, aunque no me guste, por que ellos son los beneficiarios únicos de nuestros cuidados y por y para ellos debemos trabajar, sin atender a otros intereses. Comenzamos esta bonita andadura presuponiendo la vulnerabilidad en todxs ellxs y que nuestra labor de cuidado fundamentalmente debía basarse en la protección. Es lo que nos habían enseñado.
En estos 14 años la sociedad ha cambiado mucho y nuestro sector también. Hoy los cuidados tienen el valor central que merecen pero tenemos claro que esos cuidados deben basarse y construirse desde las capacidades que tienen cada uno de ellos, paliando así sus dificultades y atendiendo siempre a su autonomía en todas las áreas, teniéndonos nosotros que adaptarnos a ellos no sólo en sus necesidades sino también en sus deseos. Queda mucho camino que andar en esta dirección pero tenerlo claro e ir introduciendo cambios poco a poco ya me legitima para decir que somos un poco mejores. Nuestras gafas son mejores: les miramos desde su capacidad, desde su proyecto de vida, desde sus emociones y desde sus deseos y eso hace no sólo mejores los cuidados sino mucho más bonita y placentera nuestra labor.
Hoy, 14 años después en los que también mi vida ha cambiado mucho, siendo ya toda una adulta con las responsabilidades y dificultades que entraña esta época vital, me siento orgullosa de poder continuar con esa ilusión con la que quise dedicarme a los cuidados. Creo que soy un poquito más sabia en muchas cosas, muy ignorante en otras que debo leer y estudiar y escuchar pero estoy segura de que sigo amando este oficio como aquel 15 de junio de hace 14 años. Y lo amo por que gracias a este lugar, he compartido muchísimas historias con residentes, familias y compañeros y por que cada día, en muchos detalles encuentro esa ilusión y esa alegría recibida al poder cuidar de otra persona que lo necesita. Sigo recibiendo mucho más que lo que doy. Así que supongo que mi amor por este oficio, mi pequeña sabiduría y la ilusión por seguir os la debo a todos vosotrxs. A los residentes que cada día me recuerdan qué es lo único importante y a todxs vosotrxs con los que construimos a diario un mundo mucho mejor donde los cuidados ocupan el lugar social que merecen; el de sostén de la sociedad.
Felicidades a todos por construir Arandia estos 14 años! Y a por los 14 siguientes! 😘