Da igual que tu cabeza no me reconozca, porque tu corazón sí lo hace, mamá.
Decir ‘mamá’ me reconforta, me da seguridad, me alivia. Sin saberlo, me sigues cuidando. Aunque yo te cuide a ti, en realidad tú me cuidas a mí. Siempre. Y acudo a ti, mamá. Y siempre estás.
Cada ‘mamá’ que digo ahora es diferente y más valorado porque sé que ya me quedan menos ‘mamás’ que llamarte.
Atrás quedó el ‘mamá’ que siendo una niña te decía para que me enseñaras a caminar. Atrás quedó el ‘mamá’ que, entre lágrimas, pronunciaba al caerme. Atrás quedó el ‘mamá’ dicho con miedo al descubrir los peligros de la vida. Atrás quedó el ‘mamá’, lleno de interrogantes, ante las dudas del camino.
Ahora cada vez te digo ‘mamá’ con más fuerza para que no te olvides. No olvides esas cuatro letras, mamá. No olvides que eres mi mayor regalo.
Te abrazo, te miro a los ojos y te digo ‘mamá’. Y me sonríes. ¿Yo soy tu madre?, me dices. Sí, eres lo más grande de mi vida, mamá. Y vuelves a sonreír.
Con esta carta tan emotiva, tan real y tan llena de amor, da comienzo el libro recopilatorio que hemos elaborado con los testimonios de las/los hijas/os de las residentes de DomusVi, como homenaje en el Día de la Madre.
Porque son luchadoras, porque son mujeres valientes, porque tienen coraje y empeño, porque en este año tan duro han estado siempre pendientes de todas/os nosotras/os… por una vida a nuestro lado, les queremos dar las gracias y decirles lo mucho que las queremos.